Enriquillo comenta

Con el Pacto Nacional de Seguridad Vial, firmado por el presidente Luis Abinader en noviembre del pasado año, junto con organizaciones empresariales, laborales, sociales y otros actores, la visión del Estado es, reducir los accidentes de tránsito en un 50 por ciento para el año 2030.

En una declaración de 11 páginas, los firmantes reconocen que la inmensa mayoría de las muertes y lesiones graves causadas por accidentes de tránsito son prevenibles, acción que conduce a consecuencias sociales y económicas, que afectan la vida de los conductores y transeúntes y sus familias.

El registro de más de 3 mil muertes anuales por accidentes de tránsito en el país, se traduce a ocho decesos por día, según datos proporcionados por el Observatorio Permanente de Seguridad Vial.

Ya antes, la nación había cerrado otros compromisos similares con el tema de los accidentes, y recordamos, el Plan Estratégico Nacional para la Seguridad Vial 2021-2030, donde se asumió la meta de reducir la tasa de mortalidad a causa del tránsito, lo que convierte el enunciado, en un tema repetitivo en las gestiones del actual mandatario.

En las bases del pacto, se establece como necesaria “la implementación de esfuerzos para informar, persuadir o motivar a las personas, en procura de cambiar sus creencias y conductas para mejorar la seguridad vial.

Esas acciones se realizarían con el apoyo de los cuerpos policiales, educación, el Ministerio Público, Interior y Policía, empresarios, las Iglesias, sindicatos, asociaciones, y la población en sentido general.

El objetivo es de paliar la cantidad de muertes y traumas por accidentes, sin embargo, no cabe ni la menor de las dudas, que en materia de tránsito, los dominicanos y dominicanas, lo que más urge es la educación, en todo el sentido de la palabra.

Si fuéramos educados, no habría una sola razón para agredir a una persona por una simpleza, como por ejemplo un rayón o un roce a su vehículo, o una simple colisión, pero sucede, que por más excusas que pidamos a la otra persona, nos llenamos de orgullo, de soberbia, y hasta nos creemos Sansón, solo para golpear o matar.

Por ello, se necesitan acciones concretas mediante la creación de mesas de trabajo participativas, y hasta si fuera posible, invitar a expertos para compartir experiencias e iniciativas de otros países, con la intención de implementar medidas y mecanismos, de monitoreo y evaluación.

Asimismo, la elaboración y puesta en marcha de planes en los gobiernos locales, encabezados por las gobernaciones provinciales, con el apoyo de las alcaldías, los Distritos Municipales y demás organizaciones comunitarias, en la procura de dar respuestas sistemáticas y robustas, a esa problemática.

En vez de estar en las calles, carreteras y avenidas de las ciudades, poniendo multas a los choferes y motoristas, se necesita seriamente, una campana de educación vial, porque se ha demostrado que las multas, no resuelven nada.

En ese sentido, sugerimos al gobierno, a coordinar acciones claras con las instituciones, las fuerzas vivas del país, y la población civil en general a tomar en serio esas propuestas, y así se podría cumplir la meta, de reducir los accidentes de tránsito, en República Dominicana.

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