Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano

Los Estados colaboren en la búsqueda de usos pacíficos de la energía nuclear. En su intervención en la conferencia de la ONU sobre el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que se celebra en Nueva York del 1 al 26 de agosto, el arzobispo Gabriele Caccia, jefe de la delegación de la Santa Sede, reiteró su convicción de que la energía atómica sólo debe utilizarse con fines pacíficos.

«Las instalaciones de energía, medicina e investigación nucleares no deben ser objetivos en las guerras». Lo dijo monseñor Gabriele Caccia al explicar que podrían transformar estos lugares en fuentes de proliferación de armas, de creación de «bombas sucias» o contaminar con sustancias radioctivas a las comunidades locales y el medio ambiente, perjudicando a las generaciones presentes y futuras».

La Santa Sede recuerda que «el Protocolo I de las Convenciones de Ginebra prohíbe los ataques contra las centrales nucleares e insta a mantener la protección de los bienes civiles como prioridad en la agenda internacional, incluida la protección de las instalaciones nucleares». El jefe de la delegación de la Santa Sede hizo estas declaraciones al intervenir en la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de la ONU que se celebra en Nueva York del 1 al 26 de agosto.

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