Queridos hermanos en el Señor: el texto del Evangelio de hoy nos da una buena pista para vivir a plenitud, al modo de Jesús, este segundo día de la Semana Santa.
La visita fraterna y solidaria de Jesús a la familia “amiga de Betania”, compuesta por Lázaro, Marta y María, está repleta de gestos que dan consistencia evangélica y, por qué no, olor, sabor y color a Cristo, a la vida cristiana. La hospitalidad, solidaridad, fraternidad, amistad, atención y acogida sincera y generosa de los miembros de la familia hacia Jesús que les visita, nos indica claramente cómo debe ser nuestro trato hacia Jesús y hacia los hermanos.
Sin embargo, hemos de señalar que en esta escena del Evangelio también encontramos una actitud contraria a la belleza de la acogida sincera y generosa. Me refiero a la codicia, la avidez y el apegamiento al dinero, encarnado en la actitud mezquina e interesada de Judas.
Este lunes Santo estamos invitados, como la familia “amiga de Betania”, a abrir de par en par las puertas de nuestros corazones para acoger a Jesús que nunca deja de visitarnos. Él es la visita más importante de nuestras vidas, porque es el único capaz de aportarnos el cambio radical que necesitamos con la novedad del amor y el perdón que gratuitamente nos dispensa.
Este lunes Santo, dejémonos visitar por Jesús, abrámosle las puertas de nuestros corazones de par en par. Descansemos y charlemos con Él. Fijemos nuestra mirada en Jesús, amigo cercano, que visita a sus amigos, comparte con ellos y disfruta sus atenciones con gratitud.
Vivir la semana Santa es acompañar a Jesús en esas actitudes vitales que fueron diseñando su vida; es aceptar decididamente que Jesús está presente en cada ser humano que convive con nosotros, de manera especial los más nos necesitados.
Pregúntate ¿Qué gestos de solidaridad y hospitalidad practicas en el ambiente en que vives? ¿Se valoran los gestos de acogida en tu medio social y eclesial?
Aprovechemos esta Semana Santa para acompañar a Jesús hasta la Pascua, para morir con Cristo y resucitar con Él, para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor, para pasar de la muerte a la vida participando de la pascua del Señor. Amén.
+ Héctor Rafael Rodríguez, msc
Obispo de La Vega