En la Iglesia Católica se celebra el Martirio de Juan el Bautista, San Agustín de Hipona resaltaba, ya en el siglo IV, que San Juan Bautista es el único santo que es festejado no sólo en su muerte, sino también en su nacimiento, al igual que Jesús y su Madre, María. Más aun, esta tradición duplicada se ha mantenido incluso en las últimas reformas conciliares en tiempo de Juan XXIII y Pablo VI, y su martirio se celebraba ya desde el siglo IV de nuestra era.
San Juan Bautista es el precursor no sólo de la entrada del Señor en la vida pública, sino de toda la vida del Señor. Juan sigue adelante en el camino del Señor; da testimonio del Señor no sólo mostrándolo, sino también llevando su vida hasta las últimas consecuencias como la condujo el Señor. Y terminando su vida con el martirio fue precursor de la vida y la muerte de Jesús.
Toda una conspiración se desencadenó para el martirio de Juan. Un rey excéntrico y enfermo, una mujer despechada y sin escrúpulos y una joven sedienta de gloria y fama. El relato nos lleva de la alegría de la fiesta a la sangrienta recompensa. Cuál sería la expresión de los invitados y comensales al ver la cabeza de juan en una bandeja frente a ellos… Jesús al enterarse de la muerte de Juan, sentiría indignación. Los discípulos de Juan dieron a su cuerpo digna sepultura.
El ejemplo heroico de San Juan Bautista, nos hace pensar en todos los mártiresde la fe, que, a lo largo de todos los siglos, han seguido valientemente sus pasos. De modo especial, la memoria de los numerosos cristianos que durante el siglo pasado fueron víctima del odio religioso en diversas naciones de Europa. También hoy, en algunas partes del mundo, los creyentes siguen sometidos a duras pruebas por su fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Mártires de nuestros días, hombres, mujeres y niños que son perseguidos, odiados, expulsado de sus casas, torturados, masacrados. Esto no es algo del pasado, de la historia pasada: hoy sucede esto.
Un día como hoy en el año 2012, Benedicto XVI afirmo: “Queridos hermanos y hermanas, celebrar el martirio de san Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestros tiempo, que el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad, no admite componendas. La verdad es Verdad, no hay componendas. La vida cristiana exige, por decirlo así, el martiriode la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, la valentía de dejar que Cristo crezca en nosotros, que sea Cristo quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones. Pero eso sólo puede tener lugar en nuestra vida si es sólida la relación con Dios” Gran compromiso, ¿Vedad?