Cada 24 de diciembre, con la Misa de Medianoche los católicos conmemoramos de manera liturgica el nacimiento de Jesús, actualizamos desde la fe este gran acontecimiento salvífico, que ha nacido un Salvador.
El profeta Isaías ha dicho con voz clara y potente: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz». Dios ha entrado en la historia, viene a redimir al hombre cautivo en la oscuridad del pecado, «ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres», esa gracia es la presencia del Emmanuel.
Podemos pensar que ese acontecimiento inicial jamás se ha vuelto repetir, pero hoy por hoy, vemos que muchas sociedades del mundo (el gran pesebre…) siguen cerrándole espacios a Cristo. No le queremos guardar un lugar, nos queremos esforzar por ir arrinconando a Dios y sacándolo de su propio mundo. Muchos se alegran y festejan por la navidad, otros celebran una navidad sin ningún referente cristiano.
La navidad es tiempo de alegria, pero también de reflexión, de repensar nuestras vidas cristianas y de trabajar por un mundo en donde Dios no sea echado afuera. Que Jesús, que ha nacido, sea nuestra fuerza. Amén.
Meditación extraída de la pág 94 de la guía mensual del Plan de Pastoral