Una triste noticia hemos recibido los suroestanos y particularmente los pedernalenses.
Ha partido el padre Raúl Pérez Ross.
Su viaje al mundo de los inmortales fue esta madrugada, según me comunicaron desde Estados Unidos, donde residía desde hace varios años.
El padre Raúl será inolvidable.
Lo conocí en 1988, tras la crisis social en Pedernales generada por el problema del tráfico ilegal con Haití.
Su labor evangelizadora fue muy sui géneris. Y es que el momento que vivió nuestra provincia fue algo que parece irrepetible.
Sus homilías eran ardientes contra quienes promovían las diabluras.
En los momentos más álgidos, las parroquias de gran parte del país suspendieron misas como manifestación de respaldo a su lucha. Raúl fue recio y crudo, férreo contra militares y autoridades que entendía eran o respaldaban actividades ilícitas.
Decía que su lucha era por evitar problemas graves que se escondían detrás del contrabando común de azúcar, como era el tráfico de armas y drogas. Y decía que la gente no lo percibía porque para eso se usaban hasta ambulancias.
Dicho esto, en ese entonces significaba una denuncia de trascendencia mayor.
Decía que entendía la situación de crisis por la que atravesaba la comunidad, tras la partida de la minera Alcoa, que había pasado de ser una comunidad económicamente segura a una situación de miseria, pero que había que proteger la dignidad y la sociedad del futuro.
Su lucha contó con el respaldo de su obispo, monseñor Fabio Mamerto Rivas, hoy fallecido.
Los medios de comunicación realizaron las mayores coberturas que jamás se habían producido en la zona.
Les decía a los periodistas que pedía comprensión y les manifestaba que todo lo hacía por salvar a Pedernales.
Conjuntamente a su lucha buscaba oportunidades de trabajo a jóvenes en la capital, en bancos y oficinas privadas, que buscaban superarse.
Cuando su lucha se definía gestionaba las instalaciones de zonas francas que pocos años después fueron una realidad en Pedernales. Hoy son de las pocas fuentes de empleo con que cuenta la provincia. Todo esto, en lo que surgían fuentes de desarrollo.
Después de todo, se fue a Georgia, Estados Unidos, donde realizó una gran labor social y religiosa a favor de inmigrantes.
Fue sustituido en la parroquia por Avelino Fernández (fallecido), de la misma línea de una iglesia identificada con los más necesitados para lo cual debía estar dispuesta a todo, pero siempre identificada con los valores.
Han pasado han pasado 33 años de todo esto.
Hace pocos años estuvo en Pedernales y oficio una misa en la que se confundió con los asistentes de todos los sectores, incluso con quienes adversó.
Fue el más extenso hermoso abrazo de paz que he presenciado en celebración alguna.
Fue como el gran momento de la reconciliación y paz. La gente no quería que terminara la celebración. El tiempo de compartir fue más extenso que el del oficio religioso.
Y constituyó por demás una gran despedida repleta de paz y amor.
Asistió a un programa de radio y dijo:
Pedernales oye esto de un cura.
Nunca le tengas miedo a Dios.
El predicador que mete miedo con Dios, está mintiendo.
Nuestro Dios es tan lindo. Es el único que sana.
Pedernales cuida tu fe. Busca a Cristo. Dios jamás te dará la espalda ni te abandonará. Te ama, mucho antes de que tú lo ames a él.
Partió inmediatamente a Estados Unidos.
Hace poco se supo que estuvo seriamente afectado de salud.
Le llamé hace una semana para saber de su situación.
En el tono y lo que me expresaba, sentía que se despedía hacía la gloria. Parecía estar consciente de que su misión en la tierra terminaba.
Esta madrugada se le apagó la vida.
Se nos fue el sacerdote que usó el poder de la iglesia para combatir injusticias.
Tu paso por este mundo se hizo sentir. Se identificó con los necesitados y con los que sufrían el dolor.
Gracias por todo, padre.
Gracias por la gran huella de entrega que dejaste en Pedernales.
Gracias por insistir tanto a la sociedad en la importancia de los valores.
Gracias, amigo.
Adiós Raúl Pérez Ross.
Que Dios le tenga en gloria.
Por Carlos Julio Féliz